En un mundo donde se premia la inmediatez por encima de todo, el valor de saber esperar es un bien escaso.
En nuestro día a día se nos «exige» aprender rápido y bien, queremos estar en forma al mes de apuntarnos al gimnasio, hablamos a alguien y queremos una respuesta inmediata, queremos comer y pedimos a domicilio y lo queremos ya, queremos un cambio en nuestra vida y lo queremos cuanto antes y sin esfuerzo, queremos unos buenos amigos y una pareja que nos quiera pero nos da pereza cuidar esa relación porque no tenemos tiempo para ella…: Queremos TODO y lo queremos YA.
Todo esto hace que vivamos en un continuo estrés de perspectivas no cumplidas, de respuestas no obtenidas y de cambios no logrados, ya que para conseguir todo lo que queremos, necesitamos TIEMPO y PACIENCIA.
Tiempo para sembrar y paciencia para recibir los frutos de nuestros esfuerzos. Esta paciencia es clave para no desistir, para fijarnos un objetivo y no cambiar el rumbo de manera errática.
Esto nos llevará a no requerir de la inmediatez, permitiéndonos estar serenos y saber que nuestro trabajo está bien hecho y que si seguimos nuestro camino, los resultados llegarán.