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¿Por qué algunas personas son como Grinch en Navidad?

Hay varias razones por las que muchas personas se sienten tristes en la época navideña. Para algunos, esta época puede ser un recordatorio de la pérdida de un ser querido, que puede traer emociones como la tristeza y sensación de soledad. Para otros, la presión de pasar tiempo con familia y amigos, y de participar en actividades puede ser agobiante y provocar estrés y ansiedad. Además, la temporada de invierno puede traer episodios de bajo estado de ánimo para algunas personas, por ser los días más cortos, por la falta de luz, y por pasar más tiempo en casa. Para otras personas, no se puede identificar un motivo claro por el que se sienten así, y la tristeza también puede llegar hasta frustración y rabia….¿PERO POR QUÉ?

Para poder entender bien lo que nos pasa cuando nos vienen emociones como la tristeza “de la nada”, es importante hablar y conocer los principios por los que aprendemos el ser humano y también cómo nuestra historia de vida nos puede llevar a actuar como actuamos y sentirnos como nos sentimos.

Uno de los principios de aprendizaje que explica esto es el condicionamiento clásico, y se refiere a un tipo de aprendizaje que ocurre cuando un estímulo que en principio es neutro (no nos genera una emoción como tal) se asocia a un estímulo que si la genera, haciendo que el primero genere por tanto una emoción similar al que se ha asociado.

Un ejemplo de condicionamiento clásico relacionado con la Navidad puede ser cuando un niño aprende a asociar el sonido de los cascabeles con la llegada de Papá Noel. Al principio, el niño puede no tener una respuesta emocional relacionada con el sonido, sin embargo, tras la repetición de escuchar los cascabeles al mismo tiempo que ve a Papá Noel, el niño puede empezar a sentirse feliz y con ilusión cada vez que escucha los cascabeles. En este caso, los cascabeles se han convertido a un estímulo condicionado que elecita una respuesta de felicidad e ilusión (respuesta similar a lo que le genera a ese niño Papá Noel).

Cuando asociamos estímulos, no solo lo asociamos a respuestas agradables, sino también se pueden asociar con estímulos que nos generan respuestas de malestar para nosotros. Por ejemplo, una persona que ha tenido una experiencia traumática en Navidad, puede desarrollar una respuesta emocional de malestar ante estímulos relacionados con Navidad, como puede ser el sonido de los cascabeles o ver un árbol de Navidad. En este caso, la persona puede no haber tenido una respuesta emocional negativa ante este estímulo anteriormente, pero después de haber tenido una experiencia aversiva en Navidad (o varias), puede sentirse ansiosa o con miedo cada vez se expone a esos estímulos.

Como vemos en el último ejemplo, la respuesta condicionada puede cambiar cuando el estímulo condicionando ocurre junto con otros estímulos. Puede ser que el sonido de los cascabeles le ha generado una respuesta de felicidad por recuerdos bonitos de la infancia, pero tras una experiencia nueva, la respuesta condicionada cambie. Esto es algo positivo, porque también significa que algo condicionado negativamente, puede convertirse a algo agradable.

Cuando no podemos identificar o entender por qué nos sentimos mal en un momento dado, seguramente dichas situaciones puedan ser explicadas por la generalización del aprendizaje. La generalización ocurre cuando un estímulo comparte ciertas características con un estímulo previo al que se ha asociado/relacionado.

Un ejemplo de generalizaciones cuando una persona recibe una llamada con malas noticias mientras estaba mirando las luces de Navidad. Ahora, al ver cualquier iluminación navideña, le genera la misma respuesta.

Otro tipo de aprendizaje es el condicionamiento operante. El condicionamiento operante es un tipo de aprendizaje que ocurre a través de las consecuencias.

Cuando a un comportamiento le sigue una consecuencia positiva/agradable, aumenta la probabilidad de repetir ese comportamiento mientras que si la consecuencia es negativa/aversiva para la persona, dicha probabilidad disminuye.

En el caso de la Navidad, cuando alguien la asocia a otros estímulos negativos y por tanto siente malestar en esta época; suele llevar a cabo comportamientos para poder escapar de dicha emoción y situación. Un ejemplo, es cuando una persona intenta evitar las celebraciones navideñas (villancicos, decoraciones, comidas familiares…) para evitar sentirse mal. La consecuencia que la persona siente (alivio) al llevar a cabo ese comportamiento (evitar), es lo que hará que lo siga realizando en el futuro y por tanto no se exponga a las cosas buenas de la situación para así poder “revertir” dicho aprendizaje.
Aunque todo lo leído hasta aquí ha podido sonar complejo de entender, es importante conocer estos conceptos para entender mejor como las experiencias con la Navidad pueden generar ciertas emociones y comportamientos durante esta época.

Podemos ver por tanto, como el concepto de “gustar” o no “gustar” es una experiencia subjetiva que puede variar dependiendo de la historia de aprendizaje de cada persona.

Lo que hace a la Navidad a una época en la que suele generar emociones fuertes, sean agradables o de malestar, puede ser explicado por la cantidad de decoraciones y elementos asociados a la misma hay en estas fechas. Si al final se ha generalizado cada estímulo que puede estar asociado a la Navidad, es casi imposible moverse fuera o hablar con alguien evitando estar en contacto con estos estímulos, ya que sean visuales (decoraciones, luces), auditivos (cascabeles, música), u olfativos (de comida o dulces).

Conclusión

Al final, puede haber muchas razones por las que las personas se sienten tristes durante las navidades. Lo bueno con todo esto es que al entender de donde viene las sensaciones de malestar, éstas se pueden modificar. Podemos crear asociaciones nuevas y volver a disfrutar de las Navidades, si es lo que querremos. Pero también hay que recordar que a veces nos sentimos tristes, y no hay nada malo en ello. Todas las emociones son necesarias, lo importante es cómo reaccionar a ellas y no permitir que una emoción negativa nos termine condicionando y controlando nuestra vida.

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Por Marie Midtun

Experta en intervención en adultos y en población infantil y juvenil

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