
Cómo abordar la sexualidad en la infancia

“Mamá, ¿qué tiene papá ahí abajo?”, “Me da gustito cuando me toco aquí”, “¿Cómo se hacen los bebés?”, “quiero verle chichi a María y no me deja”, “Papá, ¿qué es follar?”, “¿Cómo salen los bebés?”, “Profe, he escuchado a los mayores que se van a masturbar al baño, ¿qué es eso?, ¿tú te masturbas?” “Juan me ha dicho que tiene dos papás, ¿eso es posible?”
Esto no son más que unos pocos ejemplos cotidianos de preguntas que nuestros más pequeños pueden hacernos a lo largo de su desarrollo y en muchas de las ocasiones no son contestadas y si contestamos, solemos hacerlo con evasivas: “ya te lo explicaré cuando seas mayor”, “¿Pero de qué hablas? ¿de dónde has sacado esas cosas?”.
Los niños no solo aprenden de lo que les decimos si no también de nuestros silencios. Por lo que, si de un determinado tema se calla o se esconde, estará aprendiendo a no contarlo, no expresarlo o si lo cuenta o lo expresa lo hará a escondidas, por estar llevando a cabo un comportamiento no deseado socialmente (o por mis padres en particular).
Tenemos que saber que la educación sexual no es solo un derecho sino una obligación que tenemos los adultos con los más pequeños, y una adecuada educación sexual permitirá a los más pequeños desarrollarse de una manera respetuosa, sana y feliz. Es por esto que, una buena comunicación, es imprescindible y para que esta se dé tendremos que transmitir aceptación, confianza e interés en comprenderles, es decir, tendremos que reforzar la comunicación, sea del contenido que sea.
Reforzar la comunicación quiere decir que cuando un niño se comunica con nosotros, atendemos dicha comunicación de una manera “apetitiva”, agradable para él (sin juzgar) y esto lo que va a permitir es aumentar la probabilidad de que ese niño vuelva a comunicarse con nosotros. Cuando, por el contrario, la consecuencia directa de dicha comunicación es aversiva, disminuiremos la probabilidad de que ese niño vuelva a comunicarse en una próxima ocasión, dejará de preguntarnos, dejará de manifestar su curiosidad con nosotros (pero no dejará de sentir curiosidad).
¿Pero qué información les doy? ¿Cuál es la información apropiada para cada edad? ¿Hay límites en función de la edad? No hay límites establecidos. El niño o niña estará preparado para recibir información en el momento que comprende el lenguaje y más cuando además aprende a producirlo. Pero como es lógico e intuitivo, a un niño de 3 años no le damos la información de la misma manera que a un niño de 14 (de la misma manera que adaptamos la explicación de cómo salen las plantas “echándole un poquito de agua y sol” vs “fotosíntesis”). Al final es adaptarse a lo que ellos puedan entender, y vosotros como padres sois los mejores en saber en qué etapa evolutiva está vuestro hijo. En cualquier caso, les digáis lo que les digáis, los niños no se van a traumatizar, muchas veces somos los adultos los que andamos traumatizados con el sexo (si me permite la expresión).
La sexualidad se refiere a la expresión psicosocial, mediante sentimientos, pensamientos, actitudes, normas y valores en un tiempo determinado. Es la forma en la que vive uno su condición sexuada. Y es que, educar en sexualidad, va mucho más allá de las prácticas sexuales. Educar en sexualidad es educar en afectividad, diversidad familiar y afectiva, fomentar su autoestima (apreciar nuestros cuerpos, respetar nuestras emociones), comunicación asertiva, igualdad, respeto, cambios físicos, salud…y placer.
Como todo ser vivo, los seres humanos (niños y jóvenes incluidos), tendemos a aproximarnos a aquellos estímulos que nos agradan y a alejarnos de aquellos que nos desagradan. Así, es probable que algunos bebés descubran que les agrada tocarse los genitales. La reacción de los padres/educadores tendrá que ser, necesariamente, de tranquilidad, sin tensiones, ya que de lo contrario la criatura creerá que ocurre algo malo en el ambiente. El bebé necesita vivir este proceso de forma natural, en ningún caso hay que perder de vista que se trata de una etapa de descubrimiento y que descubrir los genitales tiene un efecto tan positivo como descubrir cualquier otra parte del cuerpo. Porque lo cierto es que lo que el niño experimente sobre su sexualidad dependerá también de las reacciones de los padres, así como de los mensajes que estos le transmitan para referirse a su cuerpo, o las miradas que reciba.
Los niños también sienten placer y el placer no es sinónimo de orgasmo. El placer es una respuesta orgánica, fisiológica y emocional relacionada con una sensación de bienestar, que se da ante diferentes estímulos. La idea de placer en esta etapa del desarrollo viene dada por el interés de los niños y niñas que sienten por el conocimiento de su propio cuerpo, lo que conocemos por autoexploración. Descubrir sensaciones placenteras en el propio cuerpo es un síntoma de salud en los niños.
Dicho esto, también es esencial transmitir a los más pequeños que hay zonas del cuerpo más íntimas que otras, que sólo él o las personas a las que se lo permita, puede tocar su propio cuerpo. Lo mismo con el cuerpo de los demás. Es mucho lo que se les puede transmitir sobre sexualidad en las primeras etapas de desarrollo para que el niño tenga una vida sexual satisfactoria. A lo largo de su desarrollo, convendrá explicarles también normas y reglas socialmente aceptadas, condenadas, o mal vistas. Modas y tendencias sobre la sexualidad. Ayudarle a comprender que una vida sexual satisfactoria no tiene nada que ver con alcanzar un ideal, sino con aquello que le haga sentir bien.
Pero ¿Cuándo hablar con los más pequeños de sexualidad? Desde ya, nunca es pronto. No se trata de un acto formal ni de soltar un discurso. Se trata de una educación continua, aprovechándonos de los contextos naturales. También podemos abordar estos temas ante sus preguntas, dándoles respuestas “de oficio”. Recuerda que, contrariamente a lo que se cree, los niños no adoran hacer preguntas incómodas para ponerte a prueba. Ellos hacen preguntas que son incómodas tal vez para ti. Y, contrariamente a lo que piensan los niños, los adultos no lo sabemos todo, por lo que se puede responder con honestidad: no sé la respuesta. Ahora, conviene comprometerse con ellos en que se le dará a la mayor brevedad posible, o en su caso, buscad con ellos la información que les suscita interés. Nos guste a no, el acceso a la (des)información está a un “clic”, y es mejor asegurarse que por nuestra parte les ofrecemos de una manera íntegra todo aquello que quieren saber a que accedan a información sesgada de a saber qué fuente de información.
Por último, y no menos importante, la extendida creencia a tratar temas relacionados con la sexualidad solo en un momento determinado resulta claramente insuficiente cuando lo que se quiere es educar también para prevenir experiencias dolorosas como la violencia de género, el abuso o las ETS…
Por tanto, comprometámonos con nuestros más pequeños, hablémosles de sexo, placer, emociones, respeto, amor, relaciones, afecto…de sexualidad, a fin de cuentas. Además de ser un derecho fundamental, en los tiempos que corren, el acceso a fuentes de información fiables es casi una cuestión de supervivencia.

Por Lola Correa
Asesora psicológica tanto de población adulta como infanto-juvenil, experta en Análisis y Modificación de Conducta y Técnico profesional en Psicología Forense